de Raquel Szulman
Rosales se sentó en su gran sillón, en el espacioso living de su casa a leer el diario. Empezó por los policiales porque gozaba más de la lectura cuando se trataba de las desgracias ajenas, era un goce privado, modesto y barato. De pronto dobló el diario con bronca y lo tiró sobre el sillón, enseguida prendió la televisión, el graf decía: “Impresionante cortocircuito por red clandestina de electricidad en el Country Los Gavilanes”, miró mejor la pantalla: ¡su propio vecino estaba hablando mal de él! Rosales apagó la televisión y se sentó a pensar mejor. Leyó otra vez el diario.
- No puedo creerlo- se dijo- estos desgraciados lo publicaron “...durante la noche del pasado martes los vecinos del ostentoso Country Los Gavilanes fueron invadidos por las llamas...” Ahora quieren expulsarme del barrio. Justo a mi. ¿Y por qué? Por una conexión clandestina, una más. ¿Cuántas hay en Los Gavilanes? ¡Cientos!
Rosales se puso a caminar nervioso por el living.
-¿Y me escrachan a mí por un cortocircuito de mala muerte? Porque el enganche existe, es verdad ¡pero bien que los conecté y estaban todos contentos!
Sí, los había enganchado clandestinamente a la red eléctrica y estaban todos contentos. Les arrancó la cabeza con lo que les cobró, explicando que bueno, “¡qué se le va a hacer, el que sabe, sabe, y el que no sabe, paga!”.
-Les hice un favor de buen vecino, estos no saben valorar el trabajo ajeno... además, yo también soy propietario. ¿Qué se creen? ¡Me voy del country ... si quiero! ¡Ingratos!
Rosales volvió a su sillón.
- ¿Cuánto se ahorraron de luz en estos meses? Porque estas casas tienen tantas lamparitas como para que siempre sea Navidad. - Rosales no dejaba de pensar que al fin y al cabo parecía que él era el delincuente porque hacía las conexiones… Reflexionó:
- Cierto, el chispazo fue importante ¿Y qué? No se calientan nunca por nada y ahora tanto lío porque a Doña Julia se le quemó el brazo con la explosión. ¡Peor es la inflación que sube y sube y nadie hace escándalos por eso! Ni que fuera tan imposible rehacer el quincho de los Goldman que se quemó, y todo por una chispita…
Rosales suspiró hondo y se relajó un poco, volvió a acomodarse en el sillón, después de todo del incendio se olvidarían en poco tiempo, no había sido tan grave. Y cuando eso estuviera bien olvidado, volvería. Y con nuevos planes. Después de esto, con la electricidad no se metería nunca más. Pero cuando le pidieran un próximo favorcito, ya estaría canchero con el gas.
- Ya me van a llamar esos desagradecidos, ya me van a llamar…
Comments