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Foto del escritorRaquel Szulman

CARTON LLENO

Actualizado: 16 dic 2020

de Raquel Szulman


La muchacha terminó sus compras en el almacén y esperó que la vendedora le abriera la puerta; apenas escuchó el timbre del portero eléctrico empujó y salió. Y entonces, la mujer que esperaba su turno, acodada en el mostrador, arremetió con energía:

- Esta tiene problemas con el juego - dijo señalando con la cabeza a la que había salido, y después, pidió-… Dame doscientos gramos de jamón cocido.

- ¿Si? No sabía…- contestó la almacenera y se dispuso a cortar el fiambre.

- Yo sé lo que te digo: tiene problemas con el juego, va muy seguido al bingo, es que no es de la ciudad esta chica, viste, la conozco bien porque trabajó hace unos años en mi casa. Ella está maravillada con las luces de las maquinitas.

- Y si…hay gente que juega mucho...

- Pero no te digo esto porque “juega mucho”, te digo que tiene un problema: ¡le juega a todo! …si te digo, todo-todo, ¿vos entendés, no?

Se hizo silencio y solo se escuchó la cortadora de fiambre contra el jamón cocido. La clienta arrancó de nuevo:

- Mirá, para ella todo lo que ves sirve para apostar. Te voy a contar para que entiendas lo que te digo: compré un nuevo televisor y ella trabajaba en casa el día que me lo trajeron. Estuvo un rato largo mirando la caja de cartón y después me dijo que le jugó a un número que tenía anotado en un costado.

- ¿Así nomás? ¿Lo vio y le apostó?

- Sí, así nomás. Todo es un cálculo para apostar. Ella te dice: “¡Ja! ¡Pusieron MI número!” O te dice “perdí porque que no ME lo pusieron“. Ella cree que los números los ponen o no los ponen…-hizo una mueca y pidió- y dame doscientos de queso de máquina, y de fiambre nada más.

- ¿Cómo? ¿Quién le pone los números? ¿Hablaba de Riverito?- dijo la almacenera imaginando a Rivero, poniendo pelotitas en forma fraudulenta en el sorteo de la quiniela. Buscó en la heladera el queso y guardó la pieza de jamón. La clienta siguió:

- Tiene un problema, en serio te digo, hace cálculos complicados. Saca cuentas.

- ¿Cuentas de qué?

- Si fulano cumplió diez y ocho años, ponele, le juega al diez y ocho, lo invierte y le juega al ochenta y uno.

- Si, eso es muy común.

- No, este es un caso especial, mirá: ella suma. Ese número tiene un uno y un ocho, bueno, sumados dan nueve. Va y le juega al nueve a la mañana, vespertina y noche, nacional y provincia, qué se yo, de eso no entiendo nada. También le juega a la cantidad de letras del nombre del cumpleañero, por ejemplo, el nombre Marcelo suma siete. Entonces, ya que estamos, le juega al cero siete y al setenta en todas las quinielas; hace todas esas combinaciones y las juega todas.

-¿Si?- cerró el paquete con los cuatrocientos gramos de fiambre - ¿Qué más te doy?

La clienta no pidió más nada, solo necesitaba un cómplice que escuche sus novedades:

- ¿Sabés qué pasó el otro día? – bajó la voz y agregó- …el otro día me dijo: “Señora, estoy enojada conmigo misma”.

- ¿Te doy algo más?- insistió la almacenera suavemente, la mujer es una buena clienta, no la quiso interrumpir.

- Dame huevos.-dijo y arrancó- ¿Sabés qué le pasaba? Me dijo “señora, ¡me quiero morir!”, yo le dije ¿qué te pasó? ¡Estás temblando! ¿Te robaron? Vení, sentate acá, eso le dije- la clienta ya estaba haciendo toda la mímica, señaló una silla ahora invisible junto a la heladera de las gaseosas.- Entonces la senté porque la mujer estaba muy descompuesta. Me dijo: “no señora, no es eso”, y con la cara de duelo más triste que vi en mi vida, me dijo “¡Es que salió el setenta y cuatro!”.

- ¿Y?- preguntó la vendedora.

- Yo me pregunté lo mismo ¿y? ¿Sabés que me dijo? “es que yo había soñado con Diego Maradona, señora… ¡y no le jugué!”

- ¿Qué tiene que ver Maradona?-. Ya estaban los huevos envueltos y todo limpio lo que faltaba limpiar, la almacenera se puso a acomodar las cajas de golosinas que están sobre el mostrador.

- Lo mismo le dije yo: “¿Y qué tiene que ver Maradona con el setenta y cuatro?” ¿Sabés qué me contestó? “…gente negra Señora, gente negra ¿me entiende?”

- ¿Y vos la entendiste?

- No. Por eso te lo quería contar, te das cuenta, si te digo que tiene un problema con el juego, es porque yo sé lo que te digo. ¡Qué tiene que ver la gente negra con Maradona, y con los números! decime vos...y dame un kilo de pan.

- ¿Algo más?

- Así está bien. Anotame todo y me voy- la vendedora puso la mercadería en dos bolsitas, sacó un cuaderno cuadriculado, sumó todo, anotó el gasto. La clienta miró las anotaciones de números prolijos, igual que antes, cuando se fiaba usando las viejas libretas de almacén, miró también el visor verde de la balanza electrónica que marcaba el cero, dudó primero, después dijo:

- ¡Ah! Y jugame 20 pesos al 74 por las dudas que en estos días en la televisión no se habla de otra cosa que de Maradona.

Dio media vuelta y esperó el timbrecito del portero para irse.

- ¿Te pongo los veinte pesos en la nacional? –alcanzó a preguntarle mientras se iba. La clienta le gritó ya desde afuera:

- Ponele a 20 pesos a todas nena ¡mirá si sale!




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